Alguna vez has intentado llevar a cabo un objetivo o incorporar un nuevo hábito en tu vida y has fracasado en el intento de hacerlo realidad en tu vida? Si la respuesta es sí, quédate aquí porque vas a aprender cómo lograrlo sin que mueras en el intento, con consejos útiles y prácticos desde mi experiencia.
Pero primero, profundicemos sobre qué es un hábito, cómo se forman y cómo influyen los hábitos en nuestra vida, para luego exponer qué alternativas podemos tomar para que no se pierda el impulso a la hora de ponerlos en práctica diariamente.
¿Qué es Un hábito?
Es la acción repetitiva de algo que hemos aprendido instintivamente o mejor aún, de forma automática o mecánica. Esto se debe a que las hemos repetido tantas veces que ya las tenemos grabadas en nuestro cerebro y no requieren de ningún esfuerzo para ejecutarlas.
Según diversos estudios, los hábitos representan casi el 40% de nuestros comportamientos en un día determinado, es decir que casi la mitad de lo que hacemos diariamente lo repetimos de forma automática porque lo hemos aprendido así.
¿Cómo se forman?
Se forman por arraigo, es decir, entre más se repita éste, mayor será la forma como logramos implementarlo en nuestra vida; por ello se vuelve tan mecánico. La clave como se adquieren está en que la persona se habitúe a las actividades que se esperan de dicho hábito. De esta forma, las acciones se incorporan a nuestra rutina diaria y se ejecutan sin tener que involucrar la conciencia.
Lo importante aquí es saber que pueden ser modificados. ¿Cuesta cambiarlos? Sí, porque ya están arraigados en nuestro ser, pero para lograr transformarlo se requiere que se tenga conciencia de la necesidad de modificarlo para bien y que a su vez sea desarrollado de manera repetitiva para que pueda ser reestructurado.
Así mismo, se requiere de una verdadera intención de querer hacer dicho cambio.
Un ejemplo puede llegar a ser empezar a ir a hacer ejercicio en un gimnasio porque quiere bajar de peso y verse más saludable. Si la persona siente que para ella dicho cambio es una obligación más no un deseo, va a ser más difícil implementar las acciones de cambio de estilo de vida, pero si para ella existe un deseo y una intención de cambiar sus hábitos de manera saludable, dicha acción será para ella más sencilla y llevadera, y su rutina de ejercicio será más fácilmente implementada.
¿Cómo influyen nuestros hábitos en nuestro día a día?
Los hábitos influyen en nuestra cotidianidad de 3 maneras: En la motivación, en la fuerza de voluntad y en la conducta.
La motivación: influye en aquello que nos mueve al cambio. Es esa fuerza que nos impulsa de manera libre a actuar de una u otra forma. Al ser dinámica y cambiante, puede no tener siempre la misma intensidad. De allí que hablemos de 2 tipos de motivación: a) La intrínseca que no depende del exterior de la persona y b) la extrínseca, que al contrario, sí depende de factores externos. Si somos responsables de esta motivación, dándole un giro positivo a la misma, lograremos muchos frutos en nuestro proceso de cambio.
Fuerza de Voluntad: Es la facultad que tenemos las personas para elegir o no hacer algo en concreto. Esta depende del deseo y la intención, como comentamos al principio de este episodio, de hacer las cosas.
Y la conducta, que puede ser ambivalente cuando dicho hábito nos atrae o nos repele o amotivada cuando la intención carece de causa o motivo como su nombre lo dice dependiendo de la situación en concreto.
¿Porqué nos resistimos al cambio de hábitos en nuestra vida?
Sencillo, porque dichos cambios suponen muchas veces salirnos de nuestra zona de confort. Nos sentimos tan cómodos y seguros con nuestros viejos hábitos que incorporar nuevas actividades que suponen retos y riesgos para nosotros en nuestro día a día, nos resulta complicado, complejo y tedioso. Esto se da principalmente porque activamos:
Mecanismos de defensa: son procesos psicológicos que utilizamos cuando medidas para enfrentarnos a realidades o situaciones que nos perjudican o no nos convienen porque simplemente nos resistimos a ellas. Pueden llegar incluso a limitar nuestra capacidad de mejoramiento en nuestras vidas cuando justificamos con actitudes negativas ese mecanismo de defensa y éste nos crea más inconvenientes en nuestro día a día, como en la salud por ejemplo.
Creencias: Son ideas o pensamientos, muchas veces inconscientes que se creen ciertos o seguros, afectando nuestros comportamientos con los demás y con nosotros mismos. cuando se empiezan a cuestionar dichas creencias, se empieza a distorsionar nuestro propósito al cual nos trazamos al principio. En el ejemplo del ejercicio, una falsa creencia puede ser que hacer mucho ejercicio puede enfermarme más si no lo hago bien y por eso no lo realizo. Si revisamos a profundidad de dónde viene ese creencia y qué tan cierta puede ser ésta, podremos tumbarla fácilmente y así contrarrestarla con pensamientos positivos para no dejar que nos desestabilice o desvíe de la meta.
Expectativas: Son certezas que tenemos nuestra mente sobre el ideal que pretendemos alcanzar. Si la expectativa que nos propusimos al principio del proceso se cumple, se tienen sensaciones positivas, pero si no, pueden tenerse sentimientos negativos sobre el objetivo. De allí que desde el inicio hay que revisar qué expectativas esperamos alcanzar con dicho fin que nos trazamos para podamos ver la recompensa de manera objetiva y como oportunidad de aprendizaje sea cual sea el resultado.
Algunos aspectos para tener en cuenta a la hora de querer formar nuevos hábitos en nuestra vida:
· El valor de los pequeños pasos: Cuando damos pequeños pasos en ese cambio de hábitos, debemos verlo como la semilla que dará fruto más adelante. Para ello hay que ver la importancia de cómo vamos avanzando en el proceso que debe ser despacio, pero sin pausa, mirar cada sentimiento y sensación que experimentamos en el proceso y sin dejar de lado el objetivo que nos trazamos al comienzo del camino, sabiendo que al final tendremos nuestra recompensa esperada.
· La necesidad de la práctica: Sabemos que todo proceso lleva su tiempo, y que muchas veces éste puede ser largo y complicado, pero lo que vale aquí es la constancia como un mecanismo para lograr implementar ese nuevo hábito positivo en nuestras vidas, con una actitud de ánimo respecto al propósito que nos trazamos y con la firme creencia de que lograremos el objetivo.
· La importancia de la experimentación con nuevas técnicas: Al probar nuevas técnicas le damos paso a un aprendizaje nuevo, donde al final conseguiremos lo que tanto anhelamos. Al ser la primera vez que nos enfrentemos a algo que se desconoce, probablemente nos resistiremos a hacerlo, pero si pensamos en el logro de la meta al llevar a cabo dicha técnica nueva, podemos ver esa oportunidad como una forma de mejora del hábito que queremos cambiar, y quizás esa nueva técnica nos abrirá paso a un nuevo horizonte del hábito que tenemos ya arraigado en nuestro ser de una manera diferente.
Y por último, aquí te dejo algunos consejos para que, como te dije al principio, no mueras en el intento de implementar nuevos hábitos positivos en tu vida, para que logres conectar mejor contigo mismo y con los demás:
Trázate objetivos concretos que sean realizables, no abstractos, para focalizarte más en la meta que quieres alcanzar.
Divide el proceso en fases pequeñas.
Introduce el cambio dentro de tu rutina diaria.
Implementa un calendario de actividades concisas a realizar.
Recompensa cada logro por pequeño que sea.
Espero que esto te ayude con tu meta de hacer efectivos tus nuevos hábitos de vida que desees implementar. Te aseguro que con esto no fallarás. Cambia tus viejos hábitos de manera positiva sin morir en el intento. ¡muchos éxitos!
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